Asesinato en Capibara-Cué

(Parte 2 de La pesquisa de Don Frutos, de Velmiro Ayala Gauna)


-¿Qué pa esta aprendiendo, che oficial? –preguntó el agente mientras esperaba el mate de manos del comisario.
-Psicología
-¿Y eso para qué sirve?
-Para conocer a la gente. Es la ciencia del conocimiento del alma humana.

El milico recibió el mate vacío, meditó unos segundos y concluyo sentenciosamente:
-Para mi ver, eso no se estudia en los libros. Para conocer a la gente hay...
Vaciló un momento y afirmó:
-...hay que estudiar a la gente.

Después se acercó al brasero que ardía en un rincón y empezó a llenar la calabaza cuidando que el agua no se derramara y que formara una espuma consistente.

En eso estaban cuando Aniceto, el mozo de la carnicería, entró espantado:
-¡Don Frutos! ¡Don Frutos!
-¿Qué te ocurre hombre? -contestó el aludido y empezó a levantarse.
-Al tuerto Méndez...
-¿Sí?
-Lo han achurao sin asco. Recién cuando le fui a llevar un matambre que había encargado ayer, dentré al rancho y ¡ánima bendita santa!, lo encontré tendido en el suelo, boca abajo y lleno de sangre.
-¿Seguro pa de que estaba muerto, chamigo?
-Seguro Don Frutos. Duro, frío y hasta medio jediendo con la calor que hace.  
-Güeno, gracias, Aniceto, andate nomás.
-¡Hasta luego Don Frutos!
-¡Hasta luego Aniceto! -respondió el funcionario y volvió a sentarse cómodamente.

El oficial, que había dejado el libro, se plantó frente a su superior.
-¿Qué pa le pasa m´hijo?
-¿No vamos al lugar del hecho, comisario?
-Si, enseguida.
-Pero ¡es que hay un muerto señor!
-¿Y que? -contestó el viejo ya con absoluta familiaridad- ¿Acaso tenés miedo de que se dispare? Dejame que tome cuatro o cinco matecitos más o de no se van a desteñir las tripas.