Buscando al criminal

(Parte 6 de La pesquisa de Don Frutos, de Velmiro Ayala Gauna)


Interiorizado el administrador del propósito que los llevaba hizo reunir, frente a una de las galerías, a todo el personal. Hombres de todas clases y con los más diversos atavíos se encontraban allí. Algunos con el torso desnudo brillante de sudor porque el sol ya empezaba a hacerse sentir, otros en camiseta, blusas, camisas de colores chillones, un inglés con breeches, un español con boina, un italiano con saco de pana, etc.

-Poné a un lado a los gringos y a los otros dejalos ir -dijo don Frutos al oficial, después de pasar su mirada por el conjunto y se sentó con el dueño de casa a saborear un vaso de whisky.

Arzásola, a su vez, transmitió la orden.

-Los extranjeros que avancen dos pasos al frente.
Una decena de hombres se destacó de la masa. El oficial, entonces dirigiéndose a los otros exclamó:
-Ustedes pueden retirarse.

Correntinos, formoseños, misioneros y de algunas otras provincias del norte se alejaron murmurando entre dientes o contentos de verse libres de la curiosidad policial.

De pronto el cabo Leiva se adelantó hacia un mocetón de pelo hirsuto y tez cobriza que había quedado con los demás.
-Y vos, Gorgonio, ¿qué hacés aquí?
-El oficial dijo que quedásemos los extranjeros, pues...
-¡Qué pa vas a ser extranjero vos! Usté sos paraguayo como yo, chamigo. Extranjeros son los gringos, los de las Uropas. ¡Andá de acá y no quieras darte corte!
Y así lo fue sacando a empellones de la fila.

Don frutos entonces, se acercó a los restantes y después de observarlos dijo:
-Los dos petisos de la esquina y ese otro de boina pueden irse nomás.

Frente a él quedaron el inglés, un par de italianos, dos españoles y un polaco.
-A ver -continuó-, muéstreme la cartera o la plata que tengan.